La importancia de la respiración
Respirar es mucho más que llevar oxígeno a los pulmones y eliminar dióxido de carbono. La inhalación o inspiración oxigena cada célula de nuestro cuerpo, la exhalación o expiración ayuda al drenaje linfático y desintoxica al organismo.
La respiración es nuestra primera fuente de energía, esta aumenta nuestra vitalidad física, psíquica y espiritual y nos ayuda a restablecer el equilibrio emocional.
Por ejemplo, el estrés produce una gran activación y desgaste del organismo y una respiración adecuada nos ayuda a disminuir dicha activación, a recobrar el equilibrio y a manejar nuestras emociones.
Es un recurso propio, rápido, gratuito y eficiente para centrarnos en nosotros mismos.
En el día a día respiramos de forma incompleta, acelerada y poco eficiente, incluso sin darnos cuenta. Cuando nos enfrentamos a un momento crítico, lo mejor que podemos hacer es permitir que la respiración se desacelere.
Respirar de forma profunda, lenta y utilizando todo el potencial de los pulmones activa áreas del cerebro que desalientan la hiperventilación. Además, nos vemos obligados a enfocar nuestra atención en el momento presente, calmando la mente.
Hay varias técnicas de respiración, pero una de ellas es invencible y puede ser hecha en cualquier lugar: es la respiración diafragmática. En este tipo de respiración, hay que respirar lenta y profundamente, percibiendo el movimiento natural del diafragma que expande las costillas y eleva o lleva hacia adelante el abdomen.
Recuerda que esta respiración es ideal para los momentos de fatiga respiratoria, cuando los pulmones necesitan oxígeno para recuperarse y volver a la calma. Esta técnica es sencilla, una vez dominada, puedes aplicarla en cualquier momento del día para conseguir mejorar la oxigenación del cuerpo y recobrar el equilibrio.
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